Hasta hace pocos años, escribir y publicar estaba reservado para escritores y periodistas. Sin embargo, las tecnologías digitales que llegaron con el nuevo milenio, y la inserción de las redes sociales en la vida cotidiana de millones de personas, desafía la premisa que, hasta hace muy poco, permeaba el ejercicio de difundir información verificada, basada en fuentes fidedignas que instrumenta el reporteo en el “lugar de los hechos”. Hoy es usual accesar a información basada en rumores, con intenciones concretas, que se viraliza desinformando a gran parte de la población en todo el mundo.